¡Yupi! Entonces está hecho.
Me encantará vivir en un monasterio-restaurante con menú personalizado (carne de ave para los que sólo pueden tomar la carne de ave, carne de otra cosa para los que no pueden comer ave, nada de carne para los que lo tienen prohibida; también podrían quitar la carne, pero entonces la gente no disfrutaría de sus votos).
Saludos hambrientos,
Antonio
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