Así las cosas, uno de mis jugadores me dijo que quería hacerse un hombre-pollo (cocinero y devora-humanos pero esa es otra historia). Le insistí varias veces en si quería de verdad hacérselo y se lo pregunté por mail días después, parece que no hay otra. A mí me toca integrarlos en Glorantha, cosa no tan difícil, al fin y al cabo siempre es peor un hombre-pato ;-))). Esta va a ser la propuesta que le voy a mandar. Seguramente vuestra glorantha no necesite hombres gallo, pero por si acaso:
Cuentan en Rinliddi, la Satrapía de la Primera Bendición, que cuando Vrimak, el Padre de los Pájaros, el Águila Celestial de las alturas se unió por primera vez a Avarnia, el Ave Terrestre, formaron el Primer Nido en la superficie de la tierra y de él nacieron todas las aves que viven cerca de la tierra; algunas de ellas amaban tanto el contacto con su madre que olvidaron cómo volar.
No tenía ese amor por la tierra el joven Ular, uno de los primeros en salir del cascarón. Por el contrario añoraba volar hacia los cielos superiores para contemplar la belleza de la Luz Única junto a su padre, que había marchado ya hacia las alturas, pero sus alas eran débiles como las de un gallo, y sólo le permitían levantarse levemente sobre el aire inferior. El resto de las aves se reían de su presunción y de su orgullo, pero Ular no vivía tranquilo en la tierra.
Un día decidió partir al Jardín de Oriente, de donde el brillante
Vrimak sale cada mañana, despidiéndose de su amada Avarnia antes de
partir a contemplar la grandeza del universo, para pedir al Vrimak
que diera fuerza a sus alas y le permitiera llegar a las alturas
donde debería haber nacido. Pero antes de llegar el Jardín de
Oriente se paro a beber agua en una laguna donde encontró a la mujer
más hermosa que jamás había contemplado; trató de seducirla
pavoneándose, pero ella parecía ignorar su existencia, ni siquiera
lo miró. Entonces la luz de Vrimak iluminó el este y Ular supo que
se había retrasado, gritó con fuerza y la hermosa mujer reparó en
él, pero no pareció darle demasiada importancia. "Es un gallo
cantando la salida de sol". Entonces Ular decidió transformarse en
humano para seducirla, y ella lo contempló con ojos brillantes. "Me
llamo Theya y soy la luz del alba. Si quieres estar conmigo, tendrás
que renunciar al Aire para siempre", y Ular aceptó.
Aquella noche, la mujer cortó las alas de Ular mientras dormía, para que nunca pudiera escaparse hacia los cielos superiores y permaneciese para siempre apegado en la tierra. La leyenda dice que Ular vive en el Lejano Este con su esposa, convertido en un ser medio hombre medio pájaro, y que en el Este habita también su extensa descendencia, degenerada en múltiples razas de aves humanoides. Pero los hijos de Ular que aún quedan aquí en Peloria, el Centro del Mundo, producto de su primer matrimonio, son los gallos que cada mañana cantan para llamar al Alba y conjurar así a los malignos demonios de la noche.
La historia de los Ulari volvió a comenzar hace ya cerca de un
siglo, cuando Armegash, un famoso Magistrado lunar en Diavizzi de
origen dara-happano, pero integrado en el Movimiento de Retorno de
las Aves, descubrió la parte secreta del mito en unas antiguas
tablillas olvidada y realizó una Búsqueda Heroica para convertirse
él y a todos los varones de su familia directa en una especie de
gallos humanoides que rememoran al personaje mítico. En lugar de
alas tienen cuatro patas correosas con tres dedos y un espolón cada
una, dos de ellas a modo de piernas, dos a modo de brazos. Siguiendo
la senda descubierta por Armegash, sus descendientes aprenden la
Hazaña "Matrimonio con Humana", que les permite casarse y tener
hijos. Si son hembras, nacen humanas; si son varones, nacen ulari.
Los escasos ulari son bien apreciados en el Ejército por su
gallardía y el extraño arte militar cuerpo a cuerpo que han
desarrollado con los espolones cuando fallan las armas. Asimismo, se
dice que su canto es muy útil contra los demonios de la oscuridad.
Las autoridades imperiales han advertido a los ulari que eviten viajar a las provincias bárbaras del sur, puesto que allí hay un reino insignificante llamado Sartar donde quedan algunos restos de una raza de hombres pato rebeldes y asesinos duramente perseguidos por los lugareños. Los bienintencionados bárbaros no se caracterizan por su sentido común, de modo que podrían atacar a un noble ulari confundiéndolo con uno de esos bandidos.
Saludos,
Antonio
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