En su casa solemos hacer maratones roleros, siendo la mejor hora la de comer. Nosotros le ayudamos como podemos en la cocina o a la hora de hacer recados. Suele traer especias extrañas a nuestros ojos y olfatos.
Mientras saboreamos los exquisitos y exóticos manjares, charlamos
sobre la partida y sus consecuencias. Cuando terminamos de comer
gustamos de tomar un buen cubata (uno solo) que nos ayuda en la
digestión. Aquel que fuma suele traerse un puro que saborea con
aire
ausente mientras descansa sus pies aventureros en una banqueta.
Y es que en un ambiente así ¿quien no jugaría una buena
partida?.
Creo que el rol mezclado con la cocina son buena pareja. Desde luego
aquel que tenga un jugador con estas habilidades culinarias a su lado
con frecuencia (no es mi caso), tiene un auténtico chollo, y debe
mimarlo y respetarlo como al que mas.
Dedico este escrito a los Arguiñanos del rol, sin ellos una
partida
no sería lo mismo...
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