Bueno, cada grupo es un mundo y cada mastercillo tiene su librillo. Yo personalmente no utilizo castigos "dentro de juego". Si aplico alguna penalización es porque me parece lógica en función de los hechos (eso sería simulación ;-) o porque la historia me lo pide (eso sería narrativismo ;-) De hecho, como ya digo cada grupo es muy diferente, y estoy completamente convencido de que si me pusiera a castigarlos con penalizaciones no me tomarían en serio y perdería la autoridad que me queda. Hay que tener en cuenta que todos nos acercamos a la treintena (salvo los que ya han llegado) y venimos porque nos gusta el rollo.
La autoridad del master, en mi opinión, no viene por su capacidad de castigar, que sería en principio ilimitada, sino por su liderazgo y "prestigio", la gente viene a jugar contigo sobre todo porque se divierte, si no se divierte contigo no vendrán; a mis jugadores les gusta hacerse poderosos y tienen muchos reflejos del Dungeon, pero no les basta con eso, puedes regalarles todo el poder del mundo y hacerlos invencibles y a lo mejor no vienen más. Si vienen a divertirse y tú lideras el grupo ese día, pues más o menos te hacen caso.
Mis recursos son por tanto muy modestos, y dependen de mi capacidad para interesar a la gente por el juego y de su propia capacidad para interesarse. En situaciones extremas recurro a la "bronca" pura y dura en distintos niveles. Como elementos más "manipuladores" ;-) están el recurso al ego personal "ser un buen jugador" y todo eso, y el siempre eficiente control social: es decir, la presión que el grupo ejerce sobre un jugador determinado. Estos métodos se muestran efectivos con aspectos como "jugar con cosas de fuera de juego", "interpretar mal el personaje" y "despreocuparse con la aventura o la interpretación". También parecen funcionar en temas como los posibles intentos de trampas, que de todo hay en la viña de Hon-Eel; sobre las posibles trampas me despreocupo del todo y el grupo controla. Si se producen en mi grupo de juego, no me entero ;-))
Mis problemas más usuales suelen fundamentarse en las aficiones noctámbulas de mis amigos: gente que llega EXCESIVAMENTE TARDE, gente que llega con el cerebro reblandecido por el alcohol y ciertos excesos en el relato de las hazañas de la noche anterior (es decir, vale comentar un poquito, pero no interrumpir la descripción del tenebroso cementerio). Los métodos no suelen funcionar salvo la bronca en el último caso.
Saludos,
Antonio
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