[G] Curiosidad

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Fecha: Fri, 04 Jun 2004 15:58:26 +0000


Fijaros en lo que me han mandado, un relato sobre Glorantha:

PACTO DE AMOR Preludio: Este relato (por llamarlo relato xD) esta dedicado a una amiga por su cumplea�os. Una parte que nunca supo sobre un personaje, azalea, que, parece, le gusta mucho. Basado en el mundo de Glorantha (gracias Sandy Petersen :p). No dir� que est� basado en un personaje de rol, ups se me escap� xD (no, no mato a nadie :p). Espero que no os disguste demasiado (si es que aguantais m�s de dos parrafos xD ) :)

Dramatis personae

Azalea, Sarabanda: Hija del Emperador, culta , bella y de gran y probada inteligencia. Circulan rumores entre los habitantes de Krakorela de que, hace ya 21 primaveras, los mismos antiguos draconuts de la ruinas del sur, los que siempre duermen, acudieron en persona a presenciar su nacimiento. Los de mayor edad en el Imperio afirman recordarlo claramente.

Ulrich: Hijo del capit�n de la guardia del drag�n. Dicen de �l que hace ya tiempo , pese a su edad, que no tiene igual en el dominio de las espadas, superando a su padre largamente. De ah� que a veces le llamen simplemente, el maestro de espadas. Fuerte y de m�s que probado honor y valent�a. La gente comprendi� que era tan buena persona como guerrero cuando, en la primera batalla en la que dirigi� a tropas, venci� a una fuerza muy superior de enemigos perdiendo a s�lo un hombre en la batalla: lo enterr� el mismo y paso 2 dias y 2 noches llorando a solas en la tumba de ese soldado que ni siquiera lleg� a conocer, en silencio, huyendo completamente de las celebraciones por la gran batalla que hab�an ganado.

Babeester: Esposa amada de Godunya. Madre de Azalea. Famosa por su habilidad en arco.

Godunya: Es el �ltimo de una larga lista de Emperadores Dragones, los cuales han dado al Imperio Oriental de Krakorela una tradici�n cultural muy importante. Valiente, noble, sabio y l�der amado de los habitantes de Krakorela. Padre de Azalea.

Aldrya: Aldrya es la diosa de los bosques primordiales y de los elfos. Si no se le rindiera culto , los bosques y las forestas se marchitar�an y morir�an. Es la diosa ancestral de los elfos y casi todos ellos participan de su religi�n.

Krakorela: Situada al este del continente de Glorantha, dividida en 4 provincias. Gran imperio basado en el honor y regido por su emperador semi divino, Godunya. Una de las culturas mas civilizadas y avanzadas. Llena de regiones f�rtiles, junglas y bosques de innegable belleza.

Chi Ting: Capital del Imperio, fundada por el primer Emperador del Drag�n. Residencia permanente del Emperador. Una de las ciudades m�s lujosas , avanzadas y civilizadas de todo Genertela.

VALENT�A Y PAZ: La luz del alba ba�� las altas torres de Chi Ting y las hizo centellear. Cada torre era de un color distinto y daba mil colores suaves. Hab�a rosados intensos y amarillos de polen, hab�a purpuras y verdes glaucos, malvas y marrones y anaranjados, vagos azules blancos y arenas de oro. Todo parec�a hermos�simo bajo la primera luz del d�a. Azalea dej� de contemplar el siempre bello despertar de la ciudad y acab� de ce�irse la ligera armadura para la sesi�n de entrenamiento. Sali� de su cuarto , acudi� al comedor y prontamente la criada, y en tantas ocasiones fiel amiga, Wung yi le sirvi� el desayuno.

- �Qu� tal has pasado la noche?

Azalea le devolvi� la sonrisa , dirigi�ndole una mirada.

- �Debo irme ya! , no quisiera llegar tarde al entrenamiento, dicen que el
mismo hijo del capit�n, ulrich, acudir� hoy tambi�n - coment� con una palpable alegr�a que su amiga percibi�.

Se levant� apresuradamente de la mesa, apur� un par de bocados m�s al desayuno y sali� de casa despidiendo con un par de besos a su amiga en direcci�n a la torre de entrenamiento.

- �Espera! - dijo la criada levantando ligeramente la voz - �no le diras
nada hoy tampoco verdad? Dile lo que sientes no puedes ocultar tus sentimientos

- �No! - dij� secamente, interrumpiendola - no, ya hemos hablado de esto,
sabes que no puedo decirle nada aunque me duela, pero agradezco tu inter�s, as� como el que me ayudes a llevar esta carga - continu�, sonriendole levemente.

Y se encamin� definitivamente hacia la torre de entrenamiento, en el centro de Chi Ting.

Pase� por las calles de Chi ting que ya, m�s avanzanda la ma�ana, empezaban a llenarse del bullicio y la vitalidad que defin�a la ciudad. Sigui� el camino sumida en sus pensamientos y llego a la sala de entrenamiento en la torre del capit�n de la guardia del drag�n.

- �Buenos d�as princesa! - dijo el capit�n al verla entrar con una leve
reverencia.

Sonri� al darse cuenta que la hab�a vuelto a llamar princesa, nunca se acostumbrar�a, y ya eran 10 a�os entrenandola en el arte de la espada. Desde luego nunca se hab�a portado como una orgullosa princesa sino, como ella misma le acababa de decir, como una alumna mas entrenando o como una amiga. Pero posiblemente el respeto que sent�a por ella contribu�a a que la llamara princesa. Aunque destacase mas en inteligencia, desde luego era una de sus mejores alumnas, solo superada con diferencia por su hijo, Ulrich, al que ense�� desde que era s�lo un infante.

Azalea asinti� y empu�ando el arma comenzo a repetir los movimientos aprendidos, mientras el capit�n se paseaba en circulos alrededor de ella prestando atenci�n.

Sigui� observandola y comentado, aunque no la corrigi� muchas m�s veces pues ya casi era su igual, especialmente en las maestr�as de espada.

Azalea continu� entrenando, efectivamente algo desconcentrada, pensando en si su amado, Ulrich, finalmente acudir�a hoy al entrenamiento. Y como leyendole el pensamiento Ulrich entr� en la sala.

El capit�n se dirigi� a su hijo y charlaron mientras Azalea segu�a practicando.

Esta vez , desde luego, no estaba nada concentrada aprovechando cada pocos segundos para lanzar alguna mirada furtiva. Esperando que no se fuera Ulrich antes de que acabara ella el entrenamiento y pudiese, al menos, hablar un poco con �l. Escuch� una parte de la conversaci�n entre Ulrich y su padre, el capit�n.

Y les oy� reir un rato.

Pero lo que escuch� despues hizo que su coraz�n diese un vuelco.

Azalea aprovech� la pausa para dirigirse a Ulrich y hablar un poco con �l.

- �Hola maestro de espadas! - �Hola princesa del Imperio! - dijeron
sonriendose.

Siempre se saludaban igual, sab�an que ambos odiaban que les llamaran as� cuando estaban entre amigos, o , en el caso de Azalea, entre algo m�s que amigos.

Quis� alargar la conversaci�n, pero posiblemente con los nervios se quedo sin decidirse porque decir despu�s. Ulrich tampoc� a�adi� nada y pronto estaban entrenando suavemente con las espadas.

Entrenaron durante por m�s de una hora, ante la atenta mirada del capit�n. Ella , nerviosa, pensativa y a la vez alegre, con el coraz�n embriagado por estar junto a �l. No pod�a evitar estar desconcentrada, descubriendose a veces mirando los profundos ojos de Ulrich, o su cicatriz o su rostro, etc... y r�pidamente apartando la mirada, para volver a encontrarse mirandole.

El capit�n comenz� una conversaci�n sobre teor�a de espadas, donde participaron los tres y Azalea se relaj� un poco. Pasaron un par de horas casi sin que se diera cuenta, feliz de estar hablando junto a Ulrich. Pese a la evidente diferencia entre ella y Ulrich, �ste prestaba atenci�n cuando ella mostraba una opini�n, y comentaba sus opiniones nunca como si fueran ley. Azalea record� que era una de las cosas que le hab�an enamorado de �l. No solo sab�a escuchar, sino que adem�s , pese a todas las cosas inegables que hab�a conseguido Ulrich, segu�a siendo humilde de coraz�n. Pens� en cambiar un poco el tema de la conversaci�n pero antes de tener oportunidad, el capit�n volvi� a la sala donde segu�an hablando Azalea y Ulrich junto a la madre de Azalea, Babeester.

Salieron del la torre hablando de cosas triviales, como tantas otras veces. Azalea siempre hab�a pensando que su madre era una de las mejores del mundo. Y podr�a tener raz�n, siempre le hab�a dado cari�o de sobra, casi como si la hubiese perdido y ahora la hubiera recuperado y la quisiese el doble y le diese el doble de cari�o. Incluso a veces ha visto llorar de felicidad a su madre al abrazarla, sin que hubiese pasado nada especial. Adem�s, dada la habilidad de su madre en el arte del arco, famosa incluso mas alla de las fontreras de Krakorela, la hab�a entrenado personalmente desde peque�a y ahora no lo dominaba el preciso arte del arco sino que adem�s lo adoraba. Se pusieron a pasear por los inmensos jardines del centro de krakorela, plagados de muy diversos colores, como si dibujasen un arcoiris sobre tierra, al tener una ingente variedad de flores, algunas �nicas. Finalmente, interrumpiendo a su madre, Azalea se decidi� a hablar con ella, de lo que llevaba atormentadole ya varios a�os.

- �Qu� te aflije hija mia? - respondi� su madre , olvidando la conversaci�n
anterior completamente, con una sincera y profunda cara de preocupaci�n.

- �Enfadarme? �Claro que no!, me parece una noticia genial. Que hayas
encontrado el amor verdadero, lo �nico...�Qu� raz�n te llev� a decirmelo antes? - dijo rapidamente su madre interrumpiendo

- �En serio no te molesta? - pregunt� Azalea con un tono incr�dulo - siempre
pens� que, bueno, me ense�aste tanto la importancia del amory el honor, la valent�a, que pens� que no le encontrarias digno o que dir�as que estoy equivocada.

- �Qu� no es digno? �Est�s de broma?, Es de los mejores guerreros, y la
nobleza brilla en su esp�ritu. Adem�s , creeme , se lo que es el amor y el odio, y noto en tu alma que el tuyo es puro. La pregunta es: ��l te corresponde?

Babeester abraz� a su hija y permanecieron en silencio, sin m�s lenguaje que el del c�lido abrazo que su madre le daba. No hac�a falta m�s. Y por primera vez, Azalea tuvo esperanza de calmar su coraz�n.

Pronto , acabaron el paseo, se despidi� de su madre y volvi� a la torre a acabar la jornada de entrenamiento...quien sabe, quiz� se lo dir�a hoy mismo, si es que a�n segu�a ah� Ulrich.

Volvi� con el capit�n y se entristeci� y a la vez alivi� un poco al ver que Ulrich no estaba...no podr�a decirselo hoy. Azalea acab� la sesi�n de entrenamiento, desconcentrada pero algo m�s feliz en el fondo , al saber que aunque no le fuera a corresponder al menos pronto liberar�a su esp�ritu de la carga insoportable de no poder expresar su amor.

Azalea se alegr� de saber que al menos se acord� de ella para despedirse, aunque era normal, al fin y al cabo hab�an sido amigos varios a�os. Finalmente, con un leve nerviosismo, el capit�n dijo:

Azalea tard� en reaccionar, dos d�as paseando con Ulrich por los bellos prados...quiz� podr�a contarselo, si se atrev�a. Que suerte, claro que estaba claro porque su madre hab�a estado conforme con la sugerencia del capit�n.

Fue al encuentro de Ulrich y lo encontr� con los caballos preparados. La recibi� con una franca sonrisa:

- �Lista princesa?

Y pronto partieron en direcci�n al poblado de liku. Afortunadamente hab�an decidido no darse excesiva prisa para no castigar a los caballos en demas�a y llegar por la mana�a del segundo d�a de viaje. Incluso podr�a pasar una noche con �l bajo un manto de estrellas en la tranquilidad y paz de los prados de krakorela. Pens� en decirle el amor que sent�a, pero pronto lo olvid� y pas� el primer d�a de viaje feliz por la compa��a y disfrutando de los interminables prados. Al llegar la noche acamparon, en un claro de especial belleza, desde el que se ve�an a lo lejos las monta�as nevadas y el denso bosque que preced�a la jungla. Un lugar tranquilo y silencioso donde dormir a la intemperie, con la abundante luz de miles de estrellas en la noche despejada. All�, despu�s la cena con Ulrich, que disfrut� profundamente, decidi� que deb�a decirselo, aunque fuera a negarle ese amor, al menos liberar�a su alma y tendr�a el recuerdo de haberlo hecho ah�. Y pese querer dejarlo todo como siempre, comprendi� que su madre ten�a raz�n. Quiz� con los a�os, dejar�a de quererle y sufrir, pero al menos no estar�a ocult�ndolo. Despu�s de la cena, aprovechando un momento en que se tumbaron para contemplar las estrellas Azalea por fin le habl�:

Y entonces decidi� que no se lo contar�a, que era mejor olvidarle, alejarse de �l. Que no necesitaba decirselo para saber que no la quer�a, era mejor evitarlo. Fue a decirle cualquier mentira, como que lo que no se atrev�a a decirle era que era un ejemplo como guerrero para ella o alguna otra tonter�a as�. Pero Ulrich , afortunadamente, le respondi� rapidamente, evitando lo que hubiera podido ser un triste futuro para ambos.

Hizo una pausa para cogerla de la mano y mirarle directamente a los ojos.

Ulrich dejo de mirar a Azalea e hizo adem�n de soltarle la mano. Entonces Azalea reaccion� y le sujet� fuertemente la mano a Ulrich, tratando de mirarle a los ojos:

Ambos sonrieron al un�sono, se miraron a los ojos, de cerca, mientras Ulrich acariciaba su cara con una profunda sonrisa. Acercaron los labios poco a poco y justo un instante despu�s se fundieron en un beso largo y suave. Se abrazaron y se quedaron quietos as� durante un largo rato, expresandose mejor y m�s claramente con ese fuerte y c�lido abrazo que con mil palabras m�s que hubieran dicho. Y se sintieron por primera vez plenamente felices. Durante el resto de la noche, hablaron e hicieron el amor sin prisa y tiernamente hasta que Azalea, con la cabeza asentada sobre el pecho de Ulrich, se qued� dormida contemplando el tintineo de la llama de la hoguera, con un cielo cubierto de estrellas como techo y con la frescura del prado impregnandola; feliz y en paz.

LA SOMBRA SOBRE KRAKORELA: Despu�s de decidir que guardar�an las apariencias en la investigaci�n en el poblado, puesto que pensaban que sus respectivos padres deber�an ser los primeros en conocer la noticia de su amor y no lejano enlace, emprendieron el resto del viaje hacia el poblado de Liku.

Entraron al poblado sobrecogidos, ante ellos se mostraba un espect�culo dantesco: todos los habitantes del poblado muertos, ni�os empalados, hombres amputados y partidos por la mitad, mujeres con la piel arrancada a tiras....�Qu� clase de enemigo ser�a capaz de tanta crueldad? Pero lo que les sobrecogi� completamente no fue la crueldad de sus muertes. El poblado se llenaba de un cont�nuo y profundo lamento. Adem�s del hedor a muerte, cientos de voces gritaban y suplicaban lastimosamente que acabaran con ellos, la liberaci�n. Y es que, de alg�n modo que desconocian, todos y cada uno de los ni�os empalados, los hombres amputados, las mujeres sin piel....todos segu�an vivos y sufriendo. Como si quienes les hicieron eso, hubiesen usado alg�n tipo de m�gia para que no muriesen y su sufrimiento fuese eterno. Al recuperarse un poco, Ulrich habl�:

Azalea lament� entonces no haber cogido Ilundir, su arco especial, regalo de su madre.

Partieron al galope en direcci�n al otro poblado, sin decirse nada, pues ambos estaban a�n sobrecogidos sobre la desdicha de la pobre gente del poblado de Liluk. Cabalgaron r�pidamente, Azalea ten�a la sensaci�n de que no fue alguna criatura m�ligna solitaria, sino el preludio de un ataque mayor.

Efectivamente, casi llegando al poblado m�s cercano, escucharon sonido de batalla y gritos de desesperaci�n y socorro. Afortunadamente, el poblado , ya con mucha gente muerta, estaba todav�a defendiendose de los atacantes. Una gran cantidad de hombres bien armados, pero de piel muy oscura, adem�s hab�a un hombre que destacaba entre ellos, de casi dos metros, con una armadura que brillaba que parec�a guiarlos.

Bajaron de los caballos y entraron en el peque�o poblado de casas pegadas corriendo. Ulrich se dirigi� hac�a el que parec�a el jefe, mitad humano mitad demonio, mientras que Azalea se dirigi� hac�a la caba�a donde parec�a se ocultaba la poca gente a�n viva del poblado.

Entr� a esa caba�a, y vi� a dos mujeres abrazando a unos ni�os peque�os, como tratando de protegerlos, mientras fuertes sollozos surg�an de los ni�os, algunos apenas recien nacidos. En ese momento la poca gente que defend�a la entrada a la caba�a cay� bajo el metal de los atacantes y entraron varios asaltantes, profiriendo una sonrisa macabra al ver los ni�os que hel� la sangre de los presentes. A continuaci�n uno de ellos dijo con una voz grave y siniestra:

Esos hombres, acostumbrados a provocar el terror parecieron sorprenderse al fijarse en Azalea, imponente en su armadura de cuero blando, blandiendo dos espadas , sin un �pice de miedo en su rostro.

Jurandose que morir�a ah� mismo antes que dejar que esos ni�os sufrieran, acarici� con ternura, consiguiendo infundirles esperanza. Se encar� a los hombres, se concentro permitiendose s�lo un instante para temer por Ulrich y esper� el ataque. Cuatro guerreros se lanzaron sobre ella haciendo silbar las hachas. Azalea decapit� a uno, abri� un gran tajo en el diafragma de otro, cercen� un brazo y penetr� de una estocada en el coraz�n del �ltimo. Aullando como una loba, Azalea se puso en la puerta para evitar que nadie da�ase a esos ni�os, sabiendo que no aguantar�a , ni ella ni su querido Ulrich, contra tantos enemigos., y sin embargo, con el ferviente deseo de luchar hasta el �ltimo suspiro. Al menos morir�a junto a su amado.

Ulrich activ� el poder de su espada con su habilidad y �sta pronto se puso a brillar, eso pareci� molestar considerablemente a los que se intentaban interponer entre �l y el l�der del grupo enemigo.Ante eso y la facilidad con que los mataba a todo el que se le acercaba, los atacantes dejaron de acosarle y se concentraron en Azalea, en la ya �ltima caba�a con habitantes del poblado, dejando via libre a Ulrich hacia el capit�n enemigo.

�ste, mitad hombre mitad demonio, iba a ser m�s dif�cil de derrotar que sus hombres. Cuando Ulrich se aproxim� a �l, advirti� que su armadura desped�a un curioso resplandor, se�al inequ�voca de que hab�a sido objeto de un encantamiento.

El capit�n era alto y robusto, con una perilla cerrada y unos ojos completamente negros maliciosos sin pupilas, sobre una nariz poderosa y ganchuda. Sus labios eran gruesos y encendidos y sonre�an macabramente. mientras, con un hacha en una mano y una espada en la otra, se dispon�a a hacer frente a Ulrich, que ya llegaba hac�a �l.

El albino asi� las espadas con ambas manos y la dirigi� al estomago del capit�n, pero �ste se hizo a un lado y par� el golpe con la espada, al tiempo que descargaba un hachazo con la zurda hacia la desprotegida cabeza de Ulrich. El maestro de espadas tuvo que saltar a un lado, tropez� y cay� sobre el suelo de madera, rodando por el mientras la espada de su adversario se clavaba en los tablones muy cerca de su hombro. Su espada pareci� alzarse casi por voluntad pr�pia en un rapido movimiento de Ulrich para parar un nuevo hachazo y su hoja m�gica cort� de un tajo el mango del hacha cerca de la empu�adura. El capit�n solt� una maldicion,arroj� el mango de madera, asi� su espada de hoja ancha con ambas manos y la levant�. De nuevo Ulrich reaccion� una fracci�n de segundo antes que su atacante y su punta se alz� hacia el coraz�n del capit�n. La coraza protegida por el hechizo consigui� detener la estocada por unos instantes pero, a continuaci�n, Ulrich emiti� un grito quejumbroso y escalofriante preparando una complicada maestr�a de poder y descendi� su espada de nuevo sobre la armadura. Esta vez la coraza m�gica se parti� como una c�scara de nuez, y dej� al adversario de Ulrich con el pecho al descubierto en el instante en que sus brazos se levantaban para descargar el golpe definitivo. El capit�n retrocedi�, olvidando su arma y con la vista fija en la espada de su contricante, cuando la punta de esta le alcanz� el pecho y se hundi� en su carne justo bajo el estern�n.Con una extra�a mueca, el capit�n se tambale� y solt� su arma, asi�ndose en cambio, a la hoja de la espada m�gica que le estaba matando.

- �Por Cyna, noooooo!

Azalea, luchando ya contra demasiados oponentes, oy� el grito de muerte del capit�n enemigo y al saber que Ulrich pronto la ayudar�a supo que ganar�an esta batalla. Con renovadas fuerzas sigui� luchando, saliendo fuera de la caba�a que proteg�a y, contando con la ayuda de Ulrich, luchando espalda con espalda, consiguieron, efectivamente, eliminar a todos los enemigos.

Ante una treintena de cadaveres enemigos alrededor suyo, y completamente manchados de sangre, exhaustos, hablaron a los ni�os de la casa y a las dos mujeres, �nicos supervivientes del poblado, avisandoles de que, por el momento, estaban a salvo.

Se dieron un fuerte beso, seguido de un abrazo interminable, Ulrich mont� en su caballo y rapidamente se alej� a galope. Azalea se concentr�, a pesar de oir todav�a los sollozos de los ni�os. Elimino las distracciones, dej� de notar su cuerpo como si fuera una c�scara vacia y comenz� a dibujar la runa de naturaleza. El brillante simbolo se dibujaba en el aire al comp�s preciso de sus dedos. Una vez completada, Azalea sonri�, descans� un poco debido al esfuerzo y, apenas pasados veinte minutos, varios caballos aparecieron por el oeste. Uno de ellos se adelant� hac�a Azalea y le pego unos tiernos golpecitos con la cabeza. Y as�, sin palabras, Azalea supo que los caballos convocados respond�an a su llamada deseosos de ayudarla.

Subi� a los ni�os a los caballos, a las dos mujeres y partieron en direcci�n a la ciudad, lo m�s r�pido posible. Hacia treinta minutos desde que Ulrich se hab�a ido pero ya le echaba de menos. �Quienes eran estos atacantes tan crueles? �Quien o que era Cyna, capaz de mantener a los muertos vivos solo para crear sufrimiento eterno? �Planear�an atacar algun otro poblado? Estos pensamientos ensombrecieron la mente de Azalea mientr�s emprend�an el viaje a la ciudad, con la esperanza de, con la ayuda de los potentes caballos, llegar al menos antes de que acabara la noche.

PACTO DE AMOR: Fuego y estruendo. Azalea se acongoj� al ver todav�a a una cierta distancia, columnas de humo en la ciudad, y rel�mpagos sin trueno por todo el cielo de la ciudad, sintomas inequ�vocos de que la ciudad estaba siendo atacada, la propia capital del reino, como podia estar pasando esto. Su madre , su padre, sus amigos, sus ciudadanos, todos en peligro. S�lo de pensar que pudiera ocurrirles lo mismo que a los del poblado hac�a que se le revolviese el est�mago y su coraz�n se encogiese. Oh, y Ulrich....

Azalea hizo un gesto a los caballos con la mirada:

E inmediatamente, comprendiendo la orden de alg�n modo, los caballos salieron despacio alej�ndose de la ciudad, con los ni�os y las mujeres mont�ndolos. (Nota del autor: y no quiero bromas con "montandolos" :p)

Espole� su caballo y cabalg� con m�s rapidez de la que hab�a cabalgado nunca, en direcci�n a la ciudad.

Alrededor del cintur�n interno de la ciudad, un ej�rcito digno de compasi�n intentaba formar un cord�n alrededor de la torre principal, pero no lograba rellenar los huecos entre los hombres, porque hab�a muy pocos. En las casas ard�a la lumbre como si fuera por �ltima vez, y la llama de las velas oscilaba con pesar. Casi todo el mundo se hab�a refugiado ah�, no para evitar la muerte, no por esperar el resultado de la batalla sin luchar, sino para tratar de tomar una posici�n desde la que defenderse hasta el final. Todos preparados para luchar, hombres, mujeres e incluso ni�os. Pues tal era el �nimo de honor de los habitantes de la capital del Imperio de Krakorela.

Azalea vi� un INMENSO ejercito, de humanos sin ojos, gorps peque�os, monstruos semi gigantes, y un sin fin de grotescas criaturas ca�ticas. Intent� hacerse una idea del ejercito invasor , par�ndose solo un instante a pensar como hab�an llegado ah� tan de s�bito, sin duda gracias a alguna m�gia poderosa de Cyna. No pudo determinar de cuantos enemigos constaba el ejercito pues �ste se perd�a mas alla de donde alcanzaba su visi�n.

- �Maldici�n! - profiri� Azalea - deben superarnos en proporci�n 15 a 1 al
menos. No hay forma de que podamos ganar esta batalla. Debo encontrar un modo de entrar en el �ltimo cintur�n defensivo de la ciudad. Al menos morir� con mi familia y luchando por mi ciudad. Por favor , quisiera ver a Ulrich una vez m�s...si a�n est� vivo.

Puso una mano en su coraz�n y cerr� los ojos.

- �S�!, esta vivo a�n , lo not� en mi misma alma. Se concentr� como le
ense�� su madre, sacerdotisa de Yelmalio. Y trat�ndo de conseguir una interveci�n divina exclam�:

Nada pareci� ocurrir por unos instantes (01 limpio), entonces, s�bita y rapidamente, un peque�o claro se form� en el cielo cubierto de nubes, y una luz intensa ba�� a Azalea por complet�. Lejos de molestarle la luz era agradable. Un instante despues desapareci� la luz. Para su alegr�a, se encontraba en la puerta de la torre central, dentro de la �ltima muralla defensiva de la ciudad.

Pronto Azalea se vi� rodeada de su madre, el capit�n y su HERMANO. Todos ataviados en sus mejores armaduras, su hermano y el capit�n montados en sus mejores caballos. Se saludaron y abrazaron silenciosamente, con innegable alegr�a. Alrededor, los escasos supervivientes, se preparaban para cuando las tropas hiciesen un nuevo ataque, al acabar de rejuntarse. La madre de Azalea dijo:

El Emperador, Godunya, padre de Azalea, apareci� detras de ellos, con ropas brillantes y llenas de runas.

Azalea interrumpi�:

Azalea suspir� de alivio.

- �Prometido? �entonces lo sabes ya?

Azalea sonri�, aunque murieran ser�a juntos y podr�a verlo otra vez. Y no ha habido nunca contrincante que haya podido vencer a Ulrich...menos con arma y armaduras reliquias.

Acabo la frase, les mir� por �ltima vez y parti� con el Emperador hacia el tejado de la torre, antes de que el sentimiento de huir con ellos lejos se apoderase de ella.

Se coloc� cada uno en sus puestos, enfrente de los dos portones de entrada, junto al resto de supervivientes, listos para enfrentarse a lo que apareciera por ah�, mientras los portones repiqueteaban y cruj�an como anunciando su inminente rotura.

Su hermano se irgui� en la silla de montar; las l�grimas le resbalaban por las mejillas y hac�an brillar su barba. En una mano enguantada empu�aba la enorme hacha de guerra y en la otra sosten�a la maza con p�as, cruzada sobre la silla. El capit�n, aferr� el pesado chafarote con el dorado le�n rampante del pomo apuntando hacia abajo. Con ese acero hab�a logrado conquistar una corona en Loskam, pero dudaba que lograse defender con �xito la paz que hab�a conseguido en Chi Ting. En el tejado, el Emperador Godunya, p�lido pero iracundo, contemplaba el implacable avance de la horda de harapientos.

Azalea not� una mano pos�nose en su hombro, se gir� y vi� a Ulrich sonriendola afablemente. Salt� a �l, y lo abrazo y bes� con pasion. Se oyeron unos gritos agudos provenientes del cielo, se gir� de nuevo para mantener su posici�n, con renovadas energ�as y moral. Ulrich portaba dos espadas con 7 runas ancestrales y un escudo inmenso que parecia no molestarle lo mas m�nimo.

De repente, justo un poco antes de que las puertas cedieran, vieron una bandada de murci�lagos, de enormes ojos brillantes, que se lanzaba en picado ominosamente. S�lo cuando se hubieron acercado, los hombres se dieron cuenta de que se trataba de unos murci�lagos enormes, casi del tama�o de una persona. Sin moverse de su posici�n, Azalea tens� el arco.

A Azalea s�lo le quedaban dos flechas en el carcaj cuando por fin lograron ahuyentar a los murci�lagos. Era evidente que los atacantes a�reos no hab�an sido utilizados nunca contra presas que se defendieran, y por eso, no hab�an luchado con demasiado lucimiento a pesar de su superioridad num�rica.

De repente, el ejercito enemigo se quedo completamente en silencio. Ningun sonido lleg� durante unos instantes, creando una inquietante tranquilidad. Pertubada unos segundos despu�s por unas palabras en un idioma extra�o, casi gutural, por una voz de joven, casi de ni�a, al otro lado de los ultimos muros defensivos.Y entonces, de algun modo, supieron que Cyna, estaba detr�s de esos muros. Se desat� un viento brutal, que tir� las puertas abajo. Cuando se despejo la polvadera, detras pudieron ver una visi�n poco alentadora. varios demonios de aire, efreets invocados o creados por Cyna, permanecian levitando en el aire, amenazantes. A unos pocos metros, el inmenso ejercito de Cyna, con el camino abierto para entrar en grandes oleadas. Y, destacando , justo en la puerta en la que estaba el hermano de Azalea. Una ni�a de unos 13 a�os, de pelo rubio y cara angelical: Cyna.

Godunya , altivo desde el tejado, se ech� a re�r y con voz de falsete dijo:

-�Crackhor... pishtasta salallar!

En el cielo negro aparecieron unas enormes bolas de fuego multicolor que fueron adquiriendo unas extra�as formas b�licas que se lanzaron sobre los demonios de aire.

Las formas �gneas quemaron a los enormes efreets y �stos cayeron incinerados al suelo en medio de terribles chillidos.

Y su reto surti� efecto, pues cyna fue caminando por el aire lentamente con el rostro de ni�a imperturbable, en direcci�n al tejado.

Una lluvia de flechas cay� sobre ella silbando. Cyna sonri�, y pronunci� unas cuantas palabras mientras mov�a las manos de forma descuidada. Las flechas se detuvieron en pleno vuelo, dieron media vuelta y, cada una de ellas fue a clavarse en la garganta del arquero que la hab�a disparado. Azalea se alegr� de no haber seguido el instinto de dispararle.

Aullando, las criaturas ca�ticas echaron a correr hacia el �ltimo cinturon defensivo. El ataque final hab�a comenzado.

Aullando como posesos, las criaturas ca�ticas se encontraron con los guerreros de Chi Ting, y a pesar de que �stos estaban en inferioridad de condiciones, lucharon desesperadamente pues defend�an algo m�s que la vida o los amores: defend�an aquello que les hab�a dado un motivo para vivir. Luchaban por el honor y la libertad m�s pura. La ciudad tronaba con el choque de metal contra metal y los gritos de los que iban muriendo.

Azalea dispar� una flecha tras otra y tuvo la satisfacci�n de comprobar que cada una de ellas iba a clavarse en cada una de las criaturas ca�ticas a las que apuntaba.

El suelo pronto se cubri� de sangre, grandes manchas primero, y un gran charco que cubr�a todo el cinturon interior de la ciudad despu�s. A Azalea le repugn� la idea de estar luchando por su vida y morir pisando la sangre mezclada de sus ca�dos camaradas, diluida con la sangre negruzca de las criaturas ca�ticas, formando un estanque de color macabro. Pero sigui� luchando, Ulrich sigui� luchando. Todos siguieron luchando y cayendo con honor.

Paralelamente, Cyna hab�a llegado al tejado de la torre, se pos� suavemente y avanzado hacia el Emperador extendiendo la mano. Avanzo un poco hasta estar en el centro y entonces el Emperador grit�:

- �Ahora! El hechizo de invisibilidad que hab�a cubierto en secreto a los
magos m�s poderosos de Krakorela se disip�. Y un circulo de magos , presidido por Godunya, rodeaba ahora a Cyna.

Cyna segu�a sin expresar nada, si es que sus negros ojos vaci�s eran capaces de expresar sorpresa o miedo.

- �Ahora veremos cuan poderosa eres Cyna! , lanzad el conjuro.

Godunya dedico una mirada fugaz a su esposa y �sta se concentro. Comenz� el largo ritual de invocar a Hecatonchires, el avatar de Yelmalio en persona. El dios de la luz intensa. Si alguien en Krakorela era capaz de recitar el ancestral hechizo proporcionado por Godunya era ella.

Siguieron y siguieron entrando oleadas de criaturas en la entrada en la que se hallaban Azalea y Ulrich, junto a ya muy pocos guerreros. Luchando compenetradamente, ulrich, maestr�a tras maestr�a, mataba decenas de enemigos, evitando que se acercasen demasiado a Azalea, preocupado porque le pasara algo. Y Azalea, libre de entrar en Melee, lanzaba flechas m�gicas a diestro y siniestro, matando a todo el que se acercaba a Ulrich, preocupado porque le pasara algo. Juntos , ni Aldrya sabe cuanto hubieran aguantado, quiz�, con la habilidad y determinaci�n que ten�an hubieran podido con el resto del ejercito o con mil ejercitos m�s. Pero ocurri� algo que desequilibro la batalla. Apareci�...


Mientras, en el tejado, los hechizos coordinados del consejo de magos pareci� funcionar, Cyna se hallaba atrapada en un campo de extasis, sin apenas movilidad. Estaban consiguiendo lo imposible, esforzados al m�ximo, los magos iban cayendo poco a poco, cuando por la tensi�n su corazon explotaba como si apretases una ciruela en el pu�o. Otros empezaban a sangrar por las orejas y ca�an entre estertores para morir despu�s. Pero la invocaci�n de Babeester se hab�a completado casi. Entonces Cyna por fin habl�:

Se liber� del campo de extasis , como si s�lo hubiera simulado que le afectase para ver morir a los magos por nada. Se movi� con incre�ble velocidad hasta Babeester y con la mano, en un movimiento r�pido, le arranc� el coraz�n. Dejando la invocaci�n incompleta. Babeester mir� a Cyna unos segundos , viendo su propio coraz�n aun palpitante ser estrujado por Cyna y, de no se sabe donde, saco fuerzas para escupirle. Luego cay� al suelo. Y asi murio Babeester, esposa de Godunya, madre de Azalea, reina del imperio de Krakorela.

Godunya llor� y se quedo conmocionado. Cyna habl� de nuevo:

Y sigui� la frase con una sonrisa aguda falsa, con su voz de ni�a.

Godunya se coloc� dio unos pasos hacia atras hasta notar el borde de la torre, todav�a conmocionado y se prepar� para agotar sus fuerzas luchando contra Cyna. Entonces, de repente, se di� cuenta que aun no estaba acabado porque....


Abajo, donde Ulrich y Azalea, apareci� por el port�n abierto un ser de apariencia humanoide, con armadura de placas completa. El ser estaba como en llamas, rodeado completamente de un fuego rojizo intenso.

Y se dirigi� hacia el ser de fuego, pues de todos modos el se dirig�a a ellos y Ulrich quer�a alejarlo de Azalea.

Azalea sac� las dos espadas y se encamin� a ayudarle pero las criaturas ca�ticas parecieron fijarse en ella, posiblemente por orden del ser de fuego. Y apenas consegu�a mantenerse con vida. Menos avanzar hacia Ulrich o el ser de fuego.

De la garganta del ser de fuego surgi� un rugido. De inmediato desenvain�, empu�� la espada y se encar� a Ulrich. Los ojos se le desorbitaron al ver que Ulrich no se amedrentaba lo m�s minimo, acostumbrado a que su aura m�gica de miedo hiciese m�s efecto; se abalanz� sobre el maestro de esapdas descargando la espada negra sobre la cabeza de Ulrich. �ste logr� levantar el escudo y bloquear el golpe; . El ser de fuego le gritaba algo en una lengua incomprensible. El guerrero no se molest� en entenderle, el tono iracundo le bast� para deducir que aquel ser no le estaba proponiendo una negociaci�n pac�fica. Sigui� defendi�ndose sin atacar al ser de fuego, avanzando palmo a palmo por la larga entrada hasta casi salir del cintur�n. Su primera prioridad era alejarlo de Azalea. Cada vez que le golpeaba el Escudo, tanto la espada como el escudo lanzaban notas salvajes de gran intensidad. Implacable, el ser de fuego continu� obligando a Ulrich a retroceder a golpes de espada contra el escudo y contra su acero, con una fuerza fant�stica.

Ah� debia protegerse a la vez de criaturas ca�ticas sobre un suelo inestable de cadaveres semi podridos. Sin la posibilidad de esquivar al iracundo caballero, Ulrich contraatac� con toda la energ�a que hab�a estado conteniendo hasta ese momento. Usando sus maestr�as mas poderosas, con el escudo en alto y revoleando las espadas, tom� la ofensiva y sorprendi� al ser de fuego, que evidentemente no estaba acostumbrado a semejante comportamiento por parte de un contrincante. Sinti� el golpe de sus magn�ficas espadas al impactar en la endeble armadura de hierro del ser de fuego, provista de clavos antiest�ticos, con una cruz de un rojo deslucido en el pecho que no constitu�a una insignia adecuada para un ser de tal poder. Pero los poderes del arma del ser de fuego y su habilidad eran innegables porque aunque forjada del mismo modo basto que la armadura, no perd�a su filo y amenazaba con perforar el Escudo a cada golpe. Ulrich ten�a el brazo izquierdo entumecido por los golpes y le dol�a el derecho. Habia algo en el ser de fuego que le drenaba la fuerza lentamente.

El ser de fuego hizo una pausa y grit� algo, pero Ulrich no le prest�

atenci�n, concentrado, y aprovech� para aplastar al ser de fuego con su escudo. El ser de fuego retrocedi� tambaleante, mientras su espada desped�a un sonido silbante. Ulrich golpe� en la abertura que hab�a entre el yelmo y la colla de Roland con el golpe de tierra, su mejor maestr�a de espada. La cabeza salt� de los hombros y sali� rodando grotescamente, pero de la yugular no man� la sangre. Los ojos permanecieron abiertos, fijos en ulrich.

El cuerpo del ser se limit� a seguir atacando mientras la cabeza re�a sin parar y dec�a:

Azalea por fin consigui� acercarse m�s , ayudada por algunos camaradas que dieron la vida por ella. La cabeza del ser pronto reapareci� en su cuerpo, intacto, con su fuego cubriendole con el mismo color rojizo intenso. Antes de darse cuenta, Azalea ten�a al ser de fuego acos�ndola.

Ulrich no dijo nada, s�lo ten�a una cosa en mente, un s�lo objetivo enfocado completamente. A �l le daba igual morir, pero ni el ni Azalea moririan por causa de Cyna, as� sus almas descansarian y, tarde o temprano, se volverian a encontrar. Se lo perjur� a si mismo , por el amor que sent�a por ella. Se concentr� en una maestr�a en particular , pero el tener que defenderse continuamente de criaturas ca�ticas no le permit�a reunir el tiempo y concentraci�n suficientes para realizar la maestr�a: Sacrificio.

Con golpes que la hac�an tambalearse, caer al suelo y casi soltar el arma. Apenas soportaba Azalea las embestidas de la espada del ser de fuego. Si no hab�a sido rival para Ulrich, ella no lo aguantar�a mucho.

Aguanto lo que pudo hasta que perdi� las dos espadas con una maestr�a h�bil del ser de fuego, cayendo al suelo Azalea. �ste sonri� y se prepar� para descargar el golpe final contra ella. Choque de metal contra metal, otra espada h�bil bloque� la del ser de fuego protegiendo a Azalea que se aprovech� para alejarse rodando hacia sus espadas, recuperandolas.

El ser pareci� enfurecerse contra el nuevo oponente que le hab�a arrebatado a su presa. Pero el capit�n detuvo los golpes del ser de fuego uno tras otro.

Se oy� un grito de dolor, Ulrich habia sido herido dejando caer el escudo, sangre a borbotones manaba de su brazo que, casi inerte, pend�a de su hombro. Pese a eso, segu�a defendiendose con una espada, haciendo pocas paradas con la otra.

- �Ulrich!, capit�n...te lo suplico. Ayuda a Ulrich, yo aguantar� al ser de
fuego, te lo prometo. Dijo sin importale que el ser de fuego la matase y sufriese un tormento eterno, ante la visi�n de Ulrich a punto de morir.

- �Te lo orden�! - grit�, y mas calmada luego dijo: Por favor maestro, es la
mejor forma de servirme.

Lanz� una serie de golpes r�pidos al ser de fuego, que ahora se concentraba en defenderse. Y en cuanto pudo se alejo de �l, dirigi�ndose a su hijo, Ulrich.

El ser solt� una carcajada y con una risa maquiav�lica volvi� a su objetivo inicial, Azalea. Esta, con la determinaci�n en la mirada se puso en posici�n de defensa y exclam�:

- �Adelante!, ya no lucha solo Azalea, el amor de Ulrich gu�a mi espada
ahora. !Adelante! ataca si estas tan seguro de matarme. Te demostrar� como lucha una mujer enamorada.

Y el ser contraataco, y Azalea par� los golpes y contraatacaba con una fur�a brutal, como si de una fuerza de la naturaleza se tratase, haciendo incluso retroceder a veces al ser de fuego que, sorprendido ante tal potencia se concentr� completamente.

El capit�n y Ulrich no ten�an muchos problemas en desahacerse de los las criaturas que les acosaban. Ulrich aprovech� un momento para decirle a su padre, el capit�n:

Su padre asinti�, sabiendo que no habr�a forma de convencerle y de que adem�s tenia raz�n. Ulrich suspiro pausadamente, se arrodillo con la espada apoyada en el suelo como rezando y empez� a concentrarse. Era una maestr�a de un s�lo uso, tanto si la hac�a correctamente como si fallaba morir�a muy posiblimente. Pero una cosa ten�a clara, ten�a que hacer lo imposible, incluso sacrificarse a s� mismo antes que dejar que su amada Azalea muriese ante el ser de fuego o cyna. Pasados unos segundos su espada se ilumin�, y de su mismo cuerpo sali� una luz brillante que pasaba al arma. Tal era la maestr�a de sacrificio, fundir su propia alma con la espada y asi crear un arma que hiciera no s�lo da�o f�sico sino espiritual. Su padre le defendi� durante largo tiempo hasta que tuvo la maestr�a preparada, eso s�, con torrentes de l�grimas cayendo de sus ojos, sabiendo que su hijo posiblemente morir�a.

El ser de fuego, acab� la concentraci�n y su fuego se intensific�, dos golpes despues las espadas de Azalea se rompieron, esquiv� un tercer golpe, y el cuarto golpe le rompio el torso de la armadura, rompiendole un par de costillas y tumbandola. El ser de fuego, sonri� y Azalea sinti� un estremecimiento, una sensaci�n de deja vu como si ya hubiese so�ado o vivido esto y antes de que el ser de fuego descargarse el golpe mortal, pudo ver a Ulrich rodeado de la luz de su propia alma, como si un millar de luci�rnagas estuviesen revoloteando a su alrededor, acabar de pasar energ�a al arma y dar un golpe al ser de fuego. El ser de fuego profiri� un grito de terrible dolor. Agoniz� un tiempo y la armadura metalica y armas cayeron al suelo, como si lo que habitaba dentro de ellas hubiese dejado de existir. Ulrich sonri� a Azalea , cay� de rodillas primero y finalmente el resto del cuerpo cay� tambien al suelo. El ruido de metal al caer Ulrich hizo estremecerse a Azalea. Azalea se acerc� a Ulrich rezando porque siguiese vivo y pudo comprobar que estaba...


Godunya estaba al borde del tejado de la torre. Entonces, de repente, se di� cuenta que aun no estaba acabado porque vi� algo que le llen� de esperanza.

Y dicho eso, Godunya extendi� los brazos y se dejo caer de espaldas. Una caida de muchos metros que sin duda le matar�a. Pero no era eso lo que ten�a en mente, sab�a que lo que vi� le salvar�a de la caida.

Efectivamente, hocico de cicatriz, el dragon mas r�pido de krakorela le acun�. La petici�n de auxilio lleg� a los draconuts del sur. Junto a hocico de cicatriz, 2000 dragones, sabios y poderosos llegaban a la ciudad, arrasando con su fuego las legiones de criaturas de cyna. La ciudad estaba pr�cticamente salvada.

El resto de supervivientes, animados por la visi�n de los dragones, s�mbolo del Imperio de Krakolera, renovaron sus fuerzas.

Cyna no se molest� especialmente.

Tienes raz�n en una cosa no puedo vencerte, camino pausadamente hac�a Cyna. Pero con un ejercito suficientemente poderoso s�. Y al menos si puedo expulsarte de aqui temporalmente hasta que lo reuna.

Y conforme acab� esa frase , un portal se abri� alrededor de Cyna, como si el espacio alrededor de ella cambiase y desapareci�.

Hechatonchires hiz� una pausa para entonar un hechizo cuyo proposito s�lo el conoc�a. Sonri� y desapareci�.

En poco tiempo el resto del ejercito invasor fue derrotado y todos los supervivientes gritaron de alegr�a y aclamaron a Godunya. Todos, menos uno. Azalea.

Azalea comprob� que Ulrich estaba...agonizando, le quedaban segundos tal vez minutos de vida. Y ninguna mag�a pod�a salvarle, su misma alma hab�a sido consumida para salvarla, ni siquiera podr�a ser resucitado. Dejar�a de existir, se sacrific� por su pueblo y por ella.

- �Lo que sea!- dij� ella con un mar de l�grimas, mientras le abrazaba en el
suelo apoyando su cabeza en su pecho, como la noche que se declararon el amor, la noche que pensaron que ser�an felices para siempre y estar�an juntos.

Hiz� una pausa y luego a�adi�:

- �Claro! - respondi� entre sollozos - y entonces no aguant� m�s y rompi� a
llorar como nunca hab�a llorado.

En un instante pasaron por su mente todos los proyectos que iban a hacer. Maldijo todo el tiempo que estuvieron enamorados sin decirse nada, tiempo desperdiciado que nunca volver�a. Record� sus sonrisas profundas cuando le ve�a. Record� cuando hicieron el amor dulcemente. Record� cada momento con el que hab�an pasado juntos y lo atesor� en ese momento. Para seguir recordandolo todo cuando se volvieran a juntar. Finalmente consigui� decir:

Ulrich se esforz� por sonreir, acarici� la mejilla de Azalea dulcemente y, como esperando la contestaci�n de su amada para morir, cerr� los ojos y falleci�. Ulrich, el maestro de espadas, el amado de Azalea, su prometido. Muri� en Chi ting, el dia que Cyna eligi� atacar este plano. Bajo l�grimas de amor de su amada, rodeado de los cad�veres de todos los ca�dos. RIP.

EPILOGO: Azalea pas� 2 dias y 2 noches sin moverse del lugar donde muri� Ulrich, como si un pedazo de su alma se hubiese quedado ah� y, nadie dice que no fuese as�.

A los 3 d�as se hizo el entierro y despedida de Ulrich, con los m�ximos honores que se pod�an dar en Krakorela, e incluso algunos otros que fueron inventados s�lo para el entierro de tan valeroso guerrero. Poco le importaban a ella.

Una gran multitud se reuni� junto a la desembocadura del gran rio , en el bosque m�s bonito de toda Krakorela. De ramas frondosas y colores vivos. Con el sol poniendose en el horizonte. Cada habitante de krakorela reunido ah�, en silencio y profundo respeto, los mas ancianos draconuts sobrevolando el cielo, siguiendo algun rito para honrar a sus camaradas caidos, pues desde entonces le consideraron a Ulrich un igual. El cuerpo inerte de Ulrich con los mejores ropajes y sus armas en su pecho, en la barca mas lujosa posible. Incluso pareci� que cada animal del bosque rend�a tributo y respeto a su muerte y despedida. Poco le importaba a ella.

Se pronunciaron palabras de despedida, las figuras mas notorias de Krakorela , del reino de Loskam y de la Naci�n santa pronunciaron los mas bellos discursos, llenos de honra y orgullo para con Ulrich. Ni siquiuera prest� atenci�n a lo que dec�an, sumida en su dolor. Poco le importaban a ella.

Incluso los bardos hab�an compuesto algo para que Ulrich fuese recordado para siempre, para que le recordaran como el gran guerrero que fue yse hiciese famoso por toda Glorantha:

Llorando de sus entra�as
l�grimas de roja sangre,
asi call� en la batalla
la m�s fiera de cuantas hubo
Ulrich, maestro de Espada

a poco tiempo ocurriera
la m�s alta de sus gestas
pues sin empu�ar arma alguna
que no fuera su destreza
aferrose a su valor
(mayor que el que nunca vieran)
para descubrir su alma
ante su amada princesa

Amor reciente nacido,
principio de gran aventura
que por espada balmunga
di� con la gran desventura
de una muerte enamorada
resultando prematura

Y su princesa, salvada
con la muerte de su amor
lo mira con gran tristeza
y gran pesar de coraz�n
pues siente que si lo pierde
de nada le habr� servido
la hermosa vida que di�

No rompi� a llorar pues ya no le quedaban mas l�grimas que verter. Pero el dolor dentro de ella creci�. No sab�a si podr�a cumplor el pacto, que de todos modos, despu�s de informarse sobre su muerte y consultar a los mas grandes magos, resultaba imposible de cumplir, pues no habia hechizo ni mortal que pudiese traerlo de vuelta. Le pareci� muy bien que le compusieran un poema, que los bardos cuentan sus historias en el devenir del tiempo, pero en realidad..en realidad poco le importaba a ella.

Tan s�lo record� una vez m�s el poema que Ulrich le dedic� aquella noche bajo el cielo cubierto de estrellas tintineantes, c�mplices silenciosos de su nacido amor. Y lo record� con ya un dolor que se acercaba en lo insoportable, mientras la barca con los restos frios de Ulrich era incendiada y se dirig�a al profundo e inmenso mar para desaparecer para siempre:

Tanto tiempo esperando a

saborear la ternura de tus labios

ver al mundo por las esmeraldas de tu mirada

sentir la seda de tu piel en mis manos agrietadas

por escarcha, batallas y espadas...

tanto tiempo esperando...

y ahora tu alma apaciguara la m�a

ya no ser�s para m�, estrella lejana en la noche

ya no tendr� que gritar mis palabras de amor a la luna

pues podr� susurr�rtelas al oido

mientras acaricio tus delicadas curvas

tus palabras refrescar�n mi alma

tan atormentada de llantos y gritos...

tanto tiempo esperando...

tu felicidad y la m�a

tu amor...

Tanto tiempo esperando y ahora...

s� que la felicidad ha tocado a mi puerta

la abr� con miedo y apareciste t�

tan resplandeciente como siempre un�monos en un abrazo infinito

y vivamos nuestras vidas

al son de la melod�a eterna

Te am�, te amo y te amar�...

Se fueron todos del entierro al principio como un goteo y luego como un torrente , hasta que ,finalmente, al amanecer del d�a siguiente, todav�a sin haberse movido de lugar de despedida del cuerpo de Ulrich, pens� que no lo soportar�a que el dolor era demasiado grande y que quiz� ser�a mejor quitarse la vi

Le sorprendi� una voz detr�s. Se gir� sin mucho �nimo al ver a una figura.

Un hombre alto y moreno, de una cierta edad con un diente de oro y rostro afable y sabio.

Crees que el pacto de amor no se puede cumplir, pero te asegur� que s�. Soy HDO, aunq

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