Otra cosa que a mí me suele gustar es traspasar conflictos internos del jugador al personaje, por lo menos sirve de fuente de ideas. Por ejemplo, estás jugando al D&D (todos los jugadores son miembros o sirvientes de una familia noble) y llegas tarde, como todos necesitan curaciones todos te piden y te suplican y te lloran para que te hagas un clérigo pero tú vienes decidido a hacerte un bardo. Ya tienes cierta historia para el bardo, nació como miembro de la familia noble y toda su familia presionaba para que tomara los hábitos: su abuela, muy religiosa, siempre había soñado con que fuera clérigo y otros se preocupaban por cuestiones como qué vamos a hacer con la herencia y cómo vamos a influir en la iglesia. Pero el niño salió rebelde y se escapó de casa durante un tiempo dedicándose a su verdadera devoción: la música.
Con la asesina podría pasar también algo parecido, es una auténtica psychokiller y siempre que puede mata abiertamente y con mucha sangre; obviamente utiliza estrategias y el entorno, y también usa sigilo, pero usar demasiado sigilo le genera un poco de culpabilidad o al menos de frustración... está harta de tener que esconderse siempre, siempre ha sido pequeñita y ha tenido que esconderse de todo el mundo, lo que quiere es que la gente se esconda de ella. Como es astuta, no se lanzará hacia un mamut rabioso armada con una daga, pero ese será su deseo de verdad. Cuando vea la posibilidad de un combate abierto y sangriento le hervirá la sangre y deseará con toda su alma saltar en plan Groonan a sajar, pinchar y destrozar. Se verá obligada a contenerse y tranquilizarse, por pura prudencia, pero eso le cuesta; a veces llorará de rabia, a veces tendrá que salir corriendo ante el olor de la sangre, a veces meterá la pata, a veces conseguirá satisfaccer sus siniestras pasiones... Es como un moralista enfrentado a la tentación y al vicio, pero en este caso se enfrentan su ansia de sangre y su instinto de supervivencia.
Saludos,
Fray Anthonius
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