Esos ignorantes humanos postulan la existencia de un "plano divino", as� como un "plano hechicero" y un "plano espiritual". La incre�ble tosquedad de sus procesos cognitivos les impide percibir y medir de forma precisa la sutil gradaci�n que se produce entre los distintos niveles de realidad y paradigmatizan en 4 compartimentos estancos la complejidad de la gran M�quina del Mundo, desechando las incoherencias l�gicas como irrelevantes.
Desde luego no hay que concebir la M�quina como si estuviera formada por componentes de naturaleza fundamentalmente distinta. Todos los elementos pueden ser parametrizados en funci�n de sus componentes fundamentales, y dado un instrumento de la sensibilidad suficiente se pueden parametrizar como campos n-vectoriales cuyos subrangos cuantifican sus caracter�sticas esenciales.
Por ejemplo, esa supuesta divinidad adorada por los humanos m�s brutos y
salvajes, Orlanth. En realidad es una abstracci�n generada por una extra�a
mentalidad comunal de las sociedades humanas (la cual tiene unas
caracter�sticas o defectos totalmente ajenos a nosotros, los mostalis, con
lo cual no es posible ponernos en su lugar, entre nosotros no existe ese
extra�o efecto comunal entre nuestras mentes). En toda la M�quina existen
mayores o menores concentraciones de la cualidad llamada "Tormenta". Es
menor en espacios subterr�neos y pr�cticamente nula all� donde no existe
aire. Si sus flujos estuvieran adecuadamente controlados, el mundo de la
superficie ser�a casi tan c�modo como nuestros hogares, pero esta cualidad
interna es especialmente dif�cil de controlar por lo que durante la
generaci�n primordial de la materia provoc� el primer desajuste de la
M�quina.
Puesto que las concentraciones de "Tormenta" var�an, el tiempo atmosf�rico
en la superficie es inestable e impredecible, cambiando seg�n el gradiente
de su concentraci�n provoca nuevos flujos que realimentan el proceso.
Cuando un humano adora a la abstracci�n de la "Tormenta" conocida como
Orlanth por ellos, de alg�n modo su mentalidad comunal provoca una especial
resonancia estructural que produce un aumento de la concentraci�n de
"Tormenta" a su alrededor. Normalmente este aumento es despreciable, pero
algunos humanos realimentan la resonancia que ellos mismos producen hasta
tal punto que la concentraci�n a su alrededor se vuelve significativa. En
este momento, mediante un proceso subconsciente el humano puede manipular
este exceso de "Tormenta" para producir efectos m�gicos desagradables, como
un fuerte viento o un rel�mpago. Adem�s los seres humanos tienen la molesta
costumbre de concentrarse y acumular sus efectos de resonancia en un foco
espacial determinado. Dirigidos por sus sacerdotes, en los d�as que ellos
consideran propicios pueden llegar incluso a provocar un gradiente vertical
en un �rea reducida, es decir pueden conseguir una concentraci�n tan elevada
que genera una discontinuidad de la realidad que arrastra a la esencia vital
de aquellos humanos que cooperan en mantener la resonancia, mientras que se
reduce la concentraci�n de otros componentes fundamentales. Por esto es
realmente complicado interrumpir sus ceremonias, esta alteraci�n de los
flujos naturales dificulta gravemente nuestra magia.
En cuanto a los planos hechicero y espiritual, los discutir� en la continuaci�n de este ensayo una vez hay�is entendido, asimilado y discutido �ste, y como prueba os ordeno que realic�is una cr�tica en la que rebat�is o afirm�is cada uno de los puntos expuestos en este ensayo.
Moraleja: los humanos son unos lerdos que creen conocer la realidad, pero solo nosotros la conocemos. Los dem�s se equivocan ;)
PD: Que la mente altera la realidad!!?? Sacrilegio! Imposible, la realidad existe en y por s� misma, mientras que sus componentes mantienen, analizan y refinan cada una de sus partes. Un cambio de tu percepci�n no cambia la realidad, ni tampoco un cambio de la percepci�n de todos los componentes sensibles. El que todos nos volvi�semos ciegos no har�a desaparecer la luz como componente residual de los procesos de combusti�n para la obtenci�n de energ�a, por ejemplo.
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