Por supuesto. Lo único es evitar que todo se convierta en una caricatura en lugar de gente real, compleja, con virtudes, defectos, y todas esas cosas, pero vamos, no tiene por qué.
Yo prefiero que el abanico de opciones sea bastante amplio, aunque haya que tener en cuenta el ambiente de la campaña. Incluso en el mundo de la picaresca puede haber "idealistas", o precisamente porque es el mundo de la picaresca. Ah, y una diferencia bastante importante es que veo a los malkionitas mucho más racionales y racionalistas, en términos generales, que la iglesia del mundo real. Al final, mi planteamiento es "Celestina, sí ¿y qué más cosas?".
Si yo jugase una campaña "histórica", Rokar no sería un aprovechado, sino un auténtico profeta visionario idealista (tm) que busca lo mejor para un pueblo destrozado. En el 1621 puede haber gente que persiga ese ideal sintiendo que se han traicionado sus nobles ideales, corrompidos por intereses espurios, etc. Un poco como el Imperio Lunar como "Imperio del Mal vs Utopía sin realizar". Ahí le daría perspectiva histórica a la explicación, y trataría de empatizar con los motivos de como está todo como está, dentro de lo que cabe.
Me imagino que mis referencias históricas no te sirven mucho, porque has tenido que cambiar la historia para que Rokar sea una reacción estilo Trento a Siglat (en los Sagrados Cánones del Staffador, 1349 martirio de Rokar, 1500 sueño de Siglat). Por cierto, una curiosidad (no es una crítica ¿ein?) ¿cómo resuelves los problemas de comunicación en esa fecha? Quiero decir, el mar estaba bloqueado, estaba la prohibición syndica en Fronela y entre Seshnela y Loskalm hay un bosque élfico y una cordillera enana. Siglat, además se cerró al exterior, concentrándose en montar su país a imagen y semejanza de mi sueño. Se me hace difícil ver cómo podía ser una amenaza para la iglesia Seshnegana.
Bueno, en cualquier caso, te cuento mi versión de la historia (con un leve tono pro-rokari para dar el contrapunto ;-))
En 1049 después del ataque de los Luathas se descompone el Reino de Seshnela en una serie de feudos minúsculos y asustados que guerrean entre sí por el poder. Ningún jefezuelo se atreve siquiera a utilizar el título de rey, que parece maldito. La guerra, los ataques brutales, las expediciones de saqueo, etc, están a la orden del día, el comercio prácticamente desaparece, la cultura y la filosofía racional, herencia de la antigua Danmalastán. Si queremos un paralelismo histórico, pongamos la "Edad Oscura" medieval, es decir, la alta edad media, tras la descomposición del Imperio Romano. La iglesia seshnegana, heredera de Gerlant, estaría también descompuesta debido a las luchas intestinas entre los nobles y a la inseguridad general, los eclesiásticos empiezan a convertirse en "magos a sueldo" de los nobles y compiten entre ellos; además se olvida mucho del antiguo conocimiento. Debido al aislamiento y a la falta de autoridades aparecerán aquí y allá distintos movimientos en la iglesia, herejías extrañas, predicadores apocalípticos, retorno al "paganismo" (es decir, teurgia y animismo), cultos caóticos, grupos de puritanos que se quieren evadir del mundo, etc.
Esto se prolonga durante siglos (La monarquía se vuelve a inaugurar en 1414 con Bailifes). Además, la gente tiene una especie de conciencia de culpa con su situación. Los orlanthis y otros bárbaros no tendrían ningún problema con lo que hemos llamado "desorden". Pero estos son los malkionitas, los científicos, los racionalistas, los herederos de la racional Danmalastán, del Reino de la Lógica, los seguidores de la Runa de la Ley, etc. Su idea es una sociedad perfectamente jerarquizada, estratificada, ordenada, donde todo el mundo conoce su papel. Y esta es una época de confusión. Pensándolo bien, además de la obvia referencia a la "Edad Oscura", me recuerda un poco al Primer Período Intermedio egipcio. La gente, incluso los más ignorantes, tienen insertado que antes no vivían así, que antes eran listos, racionales, ordenados. Y lo interpretan todo como un castigo de Dios, al estilo de los desórdenes bíblicos. Hemos sido malos y Dios nos ha castigado por nuestros pecados, mira como estamos.
En medio de eso aparece un Profeta, también al estilo de los bíblicos. Nace en 1310 y es martirizado en 1349. Se supone que Rokar tiene unas revelaciones sobre el "auténtico" malkionismo, y empieza a promover una vuelta a las antiguas tradiciones. Su lema: un Dios, una Iglesia, un Rey, una Paz.
Su intención es establecer una especie de orden racional y perfecto caído del cielo, unificar la iglesia en un cuerpo ordenado, racionalizado y coherente, luchar contra la heterodoxia y los cultos paganos, unificar el territorio para que vuelva a su "vieja gloria". Buscar la figura de un rey, al estilo más antiguo, como garante de los derechos del pueblo, como garante de la unidad y como garante de la paz. Acabar con las guerras intestinas y las luchas de poder. Establecer un sistema rígido de castas (er... para tí estamentos ;-)) para que cada uno sepa a qué posición atenerse. Una especie de restauración profética para quedar a buenas con Dios, que había castigado a su pueblo.
Tras su martirio y ejecución, su doctrina se expande enormemente. Por supuesto, también hay puros intereses por medio que aprovechan lo que pueden del nuevo movimiento religioso. Por ejemplo, todo aquel que quiera convertirse en rey (ya se va olvidando lo del título maldito), podrá utilizar la nueva doctrina (que apela al sentimiento de "Paraíso Perdido" de la gente), para legitimarse. Bailifes lo consigue en 1414.
Por el típico movimiento pendular, la Iglesia Rokari se configura como una institución extremadamente rígida y jerárquica, bajo la férrea autoridad de un Eclesiarca incontestable. Esto tiene la finalidad de evitar las "herejías", "desviaciones", "paganismos", etc. Pero también una especie de intento de tener controlado al clero políticamente. Es decir, que no se vendan a los nobles y apoyen al rey y al Eclesiarca en su proyecto unificador. En todo este contexto cobra importancia la Inquisición. La Razón debe imponerse a los ignorantes. Las prescripciones derivadas de la más pura lógica tienen que imponerse por su propia fuerza, lo contrario sería una locura. Los campesinos son incapaces de comprender las sutilezas teológicas de la hechicería, que es la magia del pensamiento. Por tanto tienen que dejarse pastorear, porque si se les deja solos acabarán derivando en desviaciones "aberrantes" ;-)
A partir de ahí empieza el proceso de unificación que todavía (en 1621) no ha finalizado. El rey Guilmarn está totalmente aliado con el Eclesiarca, al menos en apariencia, y su lucha contra los nobles es permanente (de hecho, recurre al asesinato de sus parientes para apropiarse de sus feudos; no es solo ambición, es parte de un plan). Hay una tensión permanente entre el rey y los nobles. La Iglesia, por lo menos nominalmente está de parte del Rey. Hay una tensión en la periferia de la Iglesia, presionada por los nobles, y un control férreo por parte del Eclesiarca para que el clero no se desmadre y se venda a los intereses locales sobre el "sueño nacional" por construir. Hay además un conflicto narrativo entre el orden y la tiranía, entre la razón y la imposición, que también es permanente.
Mayores tensiones existen el Safelster, donde la iglesia rokari es nominalmente mayoritaria (pero donde los ciudadanos en realidad pertenecen a un sinfín de cultos y sociedades secretas, sin perderse la misa del domingo). Teóricamente el clero debería promover la unificación con Seshnela y el apoyo al Eclesiarca, pero está bastante desmadrado, y las "garras" del eclesiarca no llegan suficientemente bien hacia ellos y tiene que tolerar muchas cosas (parece que prefiere concentrarse más en casa y luego unificarse). Y es que el clero raliano tiene que jugar con una ambigüedad muy difícil entre la obediencia a la iglesia rokari y el respeto al nacionalismo "independentista" de la mayor parte del pueblo safelsterano, que pasa un kilo de Seshnela (muchos clérigos serán prosafelsterano, y otros sencillamente no tienen muchas ganas de verse colgados de un pino).
Bueno, ya me estoy extendiendo mucho ;-)
Saludos,
Antonio
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