Eso cuando el nombre, además de estúpido, sea un poco gracioso, como Pijus Magnificus o Mocosete. Pero vamos, la risa dura sólo un día. Al final todo el mundo se acostumbra al nombre y se convierte en lo más normal del mundo o bien el jugador tiene que soportar por el resto de sus días el peso de una decisión irreflexiva.
Saludos,
Antonio
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