Cambiando de ejemplo (pero no mucho)... en las Guerras Carlistas, un conflicto únicamente dinástico, el pretendiente al trono Carlos de Borbón hizo lo que pudo por ganarse a muchos seguidores y tener posibilidades en la guerra que se inventó. Así, se unió a los ultraconservadores, que se encontraban en su mayoría en el norte de España (parece que el primer Borbón Carlista también era ultraconservador, pero los siguientes simplemente se sumaron al carro de los partidarios). Como eso de morir simplemente por el rey ya no era tan "obligatorio" como en tiempos feudales, se aprovechó el descontento que existía desde que el primer Borbón eliminó los fueros y otros derechos locales, prometiendo a sus partidarios que los restablecería.
En esa época tampoco existía la radio, ni la televisión, y apenas estaban floreciendo los periódicos en España. Lo que funcionaba era el boca a boca, igual que antaño. La diferencia, quizá, es que las ideas se exportan más fácilmente, con mayor rapidez y más lejos, pero el caso es que funcionaba también entonces. Simplemente, hay que escoger el medio adecuado para llegar a todo el mundo: el pregonero, el alcalde, la iglesia, etc. Alguien que busca establecerse arriba de todos, debe saber cómo manipular las ideas de los demás con los medios que tiene a su alcance.
El fermento del descontento es siempre mucho más fácil de sembrar que el de la satisfacción. Por bien que uno esté, se le puede convencer de que estaría mejor sin impuestos/extranjeros/religiones que vulneran sus derechos/costumbres/creencias. Que su pueblo tiene un pasado/poder/legitimidad superiores a los del vecino. Que su idioma/leyes/raza son mejores a los del resto. Y todo esto es más fácil aún cuando las diferencias con el resto son evidentes.
Por lo que habéis contado de Carmania, ese país/provincia tiene una historia sobradamente interesante, y sus cultos mantienen importantes diferencias con el Imperio Lunar. No digo que sean incompatibilidades, sino diferencias. Y a alguien que quiere explotar cualquier detalle, debe saber cómo sacar partido a la diferencia, por ridícula que sea o pueda parecer.
Venga, venga... que todos somos humanos, y ya nos conocemos. No tenemos que remontarnos a ningún lugar, ni a ninguna historia, para encontrar lo que os digo. Pero si lo queréis, se pueden citar docenas de casos históricos.
Así que, al final... que cada cual dirija el mundo de Glorantha como prefiera, que eso es lo divertido de jugar a rol ¿no? que cada director le da su puntillo a su forma de ver el mundo. Al menos, es una cosa que a mí me gusta mucho cuando juego.
Saludos a todos.
Glaurung.
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