Creo que tengo que matizarme un poco, y discutir conmigo mismo ;-)
Lo que dije antes sirve para subrayar mi oposición a la diferenciación radical entre objetos naturales y mágicos, porque para todas las visiones RQ de la magia (animismo, hechicería, teurgia), la magia es precisamente lo natural, y lo natural es mágico.
Ahora bien, puede ser entendido de manera muy radical, ciertamente hay (es decir, la mentalidad mágica cree que hay) objetos o cosas más "mágicos" que otros, irrupciones de lo trascendente (aka otros planos, en el mundo real). El hechicero materialista que se acerca al árbol parlante de la tribu percibe evidentemente que el árbol no es exactamente como los demás, presenta algo más fabuloso, algo propio del Otro Mundo (aunque sea de una versión deformada del verdadero Otro Mundo). Quizás no lo comprenda como espíritu, pero puede pensar que se trata de una esencia ideal corrompida y deformada por la adoración de los supersticiosos. Si el fruto del árbol te hace volar, a él también le afectará, y concebirá SU explicación para ello.
Ahora bien, a donde yo iba. Si la gente de la tribu es capaz de realizar un ungüento con la pulpa del fruto que protege del ataque de los Espíritus de Enfermedad, gracias a sus tradiciones ancestrales (lo hace el chamán, y ES magia), probablemente, con su metodología, el hechicero no podría conseguir lo mismo.
Aunque a veces el concepto mágico o religioso de un lugar se va superponiendo al anterior. Así tenemos la catedral de córdoba sobre una mezquita musulmana que a su vez estaba encima de una iglesia cristiana que seguramente estaría encima de un lugar de culto precristiano (o al menos eso sucede en muchas iglesias cristianas). La gente percibe que el lugar es sagrado per se, y lo interpreta conforme a su sistema de creencias (aparte del simbolismo político de dominación que implica montarte el templo encima, claro, pero eso sólo seguramente no explica la pequeñísima ermita que vi cerca de Évora construida sobre un dolmen).
Saludos,
Antonio
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