Bueno, yo utilizo por también muchos tecnicismos de ciencias sociales (historia, filosofía, antropología, derecho), comportándome como un auténtico aprendiz de Dios. No me parece mal usarlos, el problema es cuando los conocimientos científicos ponen límites artificiales.
En cuanto a la jerga biológica es cierto que la entiendo a ratos más por intuición que por conocimiento, pero me pierdo en este caso en el problema que planteabas.
> Te lo pondré entonces en términos más corrientes.
Claro, yo mismo he dicho que las hembras broos me parece que no tienen mucho sentido, que no las he sacado nunca en mis partidas, y que, por lo que a mí respecta, no existen (salvo que un día me hagan falta; nuevo rasgo caótico: Hembra ;-))). Lo que me gusta de los broos es que son unos horribles impregnadores, y las hembras, no solo desentonan, sino que no son necesarias para su reproducción, pues vale, no existen, o si existen son un hecho raro, como los broos de diecisiete cabezas.
Pero es una cuestión de gustos, claro, no de lógica absoluta caída de un argumento científico irrefutable. Lo que te discuto no es la conclusión a la que llegas, sino toda esa historia del parásito y el ADN, que lo que termina haciendo en su exageración es confudir mi imagen de los broos, en lugar de aclararme más.
Muy bonitos los textos, por cierto.
Saludos,
Antonio
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