Aprovecho esto para matizar la postura mía que he definido como "totalmente subjetiva" porque no soy nadie para decir lo que otro master necesita para sí.
Pudiera parecer que soy contrario a las reglas, pero no es así. De momento, no me siento cómodo jugando al rol sin reglas (aunque algún día, para probar me gustaría jugar una partida con sistema MGF). Eso sí, lo que me pasa es que no percibo las reglas como una cosa que existe para limitar mis decisiones, sino para ayudarme a tomarlas. Nunca, pero nunca, las reglas van a primar sobre el juego o la historia.
Si las concibiera como una limitación, significaría que, si considero que una regla queda mal en el caso completo, tendría que aplicarla. Y sinceramente, si no me da la gana, no la aplico. Y si puedo saltármela cada vez que me lo dicte el sentido común, resulta que al final la única limitación de mi discreccionalidad es mi propio sentido común y las reacciones del público. Porque un master, como el pretor romano, no solo necesita potestas (poder) sino también auctoritas (autoridad). Si no tengo autoridad, no puedo dirigir, y a la vez la autoridad te la tienes que ganar día a día, me pasa lo mismo dando clase.
Necesito reglas que me den un marco que seguir o que ignorar, porque con la mera indeterminación de mi arbitrio no tengo bastante. Los diferentes sistemas se centran en unas u otras cosas, en función de las necesidades de orientación que se perciban (por ejemplo, necesito más orientación para reglar el combate que para interpretar una permuta entre orlanthis).
El RQ, por ejemplo, tiene unas reglas muy detalladas de combate, pero muy poco detalladas para el regateo, pensando en ese tipo de necesidades. ¿Hasta qué punto es válida la tirada de regateo y cómo lo casamos con la interpretación del pj? ¿Cómo reacciona tal o cual pnj ante la tirada de Habla Fluida? Estamos en el reino, no de lo arbitrario, sino de los discreccional. Es una buena opción de juego (centrar los aspectos sociales en la interpretación, pero no del todo).
Saludos,
Antonio
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