Yo me uno a la opinión vadelina (por una vez ;-))
Sinceramente, lo he pasado muy bien viendo la película y también las otras dos. La primera me parece que captaba parte de la magia de la historia y con eso me basta (y oye, casi que lloro al comienzo de la emoción algo así como cuando vi en concierto a BB King ;-))). La segunda me decepcionó un poco por cuestiones más bien argumentales pero estaba entretenida. La tercera me ha gustado mucho, imágenes impresionantes, épica por un tubo y no noté pifias argumentales.
Noté algunas pequeñas desconexiones de tiempo y espacio, pero probablemente influya la imagen que ya tengo del libro, nada como los ents teletransportándose en la segunda película que se me hizo raro. Faramir ya no es el ser despreciable que fue en la segunda, donde se lo habían cargado.
Gimli se recupera. Se critican muchas cosas de lo cómico pero yo creo que es fundamental que esté presente, como está presente en la vida incluso en situaciones límite (sobre todo en situaciones límite) y por supuesto también en el libro, lleno de detalles cómicos de principio a fin. Se criticó en la primera película que los hobbits eran personajes planos y cómicos, bueno, así es como son en el libro, retratándose poco a poco su crecimiento. Esto se repite en la tercera película, y se retrata también este crecimiento, a mi juicio bastante bien. Que se diviertan y que coman y que rían y canten y beban es perfectamente normal; la gente normal lo hacemos y lo hobbits más. Que parece que lo serio es lo único que vale, pues no.
Lo que pasaba con Gimli en la segunda película es que era el bufón gracioso y torpe del que todos se ríen, à la Jar-Jar, un personaje para escarnio y risa de los tiernos infantes. Nada desconocido en la película, pero, para los que apreciamos el libro hay algo que chirría profundamente, como con Faramir. Digamos que dieron el arquetipo equivocado, y eso rompe la coherencia que ya tiene la historia.
En cambio, el Gimli de ahora lo veo bastante más acercado. Está bromeando continuamente, en su típica máscara de cinismo o broma ante las cosas duras. Encaja. Han eliminado su patético y también humorístico carácter de caballero-enamorado, como tantos otros matices interesantes. Han eliminado muchísimos matices interesantes (por ejemplo el Rey de Manos que Curan, la cutrez de Saruman derrotado, la historia del miembro de la guardia de Minas Tirith o la reconquista de la Comarca), pero han sido exigencias del guión es imposible alcanzar la profundidad de la extensa trilogía. Fue en la segunda película donde rompían la gracia de la historia sin que viniera a cuento (desaparición de Aragorn, por ejemplo). Creo que el espíritu, que es lo que importa, se mantiene, y con creces.
En cuanto a la dirección y demás no entiendo nada de planos y esas cosas de las que hablan los cinéfilos. Sólo sé que, con excepciones, el ritmo es trepidante y emocionante hasta la destrucción del anillo (spoiler ;-)) y que hay algunas escenas pesadillas sobre todo en el epílogo, pero es que había que guardar un equilibrio entre la necesidad cinematográfica de climax y el larguísimo epílogo de Tolkien que representa el lento restablecimiento de la normalidad y sus consecuencias.
De las interpretaciones, no se me destacó especialmente ninguna, pero todas me parecieron correctas, es decir, creíbles y naturales.
Rompo una lanza por lo visual y los efectos, que en las conversaciones suelen despreciarse como algo secundario (depende, digo yo). Siempre se pone el énfasis en el director y los actores como si el resto fuera simplemente cosa de dinero (es decir, como si el director y los actores no costaran dinero).
Pues no, con ese montón de dólares que no dan de por sí valor a la película han contratado a una multitud de creativos que han currado para trasladar a imágenes la fantasía mitológica de Tolkien y el resultado, para mi gusto es casi inmejorable (siempre es mejor la indefinición de la imaginación para los que somos más lectores que cinéfilos).
La selección y fotografía de los paisajes, la reconstrucción de lugares míticos, las criaturas sobrenaturales, la magia, las ciudades, los vestuarios, los extras, las batallas. Todo eso tiene un valor enorme para mí y sólo eso justifica totalmente a la película. Si a esto le añades el magnífico argumento general de Tolkien, que ya estaba hecho, ya tenemos la fantasía y la leyenda delante de nuestros ojos. De toda la película, me quedo con el -llamémosle- atrezzo. Sin minusvalorarlo porque es algo profundamente artístico.
Saludos,
Antonio
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