Un problema que se va a plantear en breve en mi campaña. Agradecería todo tipo de consejos para tomar una buena decisión. La cuestión mezcla reglas, trasfondo del mundo y justicia, por lo que no hace falta haber leído HW para contestarme ;-)
En mi campaña todos los jugadores son miembros de un clan orlanthi de vida tradicional (en asentamientos rurales). Todos son buenos orlanthis (aunque adoran otros dioses del panteón) excepto uno que da la nota discordante (lo cual no me parece mal). Ya os he hablado de él alguna vez pero os pongo en antecedentes.
El tipo nació en Boldhome, su madre una renegada del Clan que marchó a hacer fortuna y acabó prostituta. Su padre un soldado lunar desconocido. Se crió como un "niño de la calle". Después ingresó en una oscura organización de ladrones y asesinos con varias órdenes. Pertenece a una de estas órdenes llamada "Orden del Puñal). Después de cargarse a un alto cargo lunar se tomó unas vacaciones mientras todo se olvidaba... Fue admitido con reluctancia en el clan (tiene un defecto al respecto) gracias a la sangre de su madre y sus aptitudes como forrajeador, sin que conozcan sus aficiones siniestras.
Decidimos que el personaje en la calle no había desarrollado actitud religiosa alguna, y que su posterior ética personal era incompatible con la de cualquier orlanthi. También decidimos que la Orden del Puñal no proporcionaba magia. Yo decidí que el personaje, al ser Heortlinga y verse obligado a participar en las ceremonias del Clan tenía el rasgo Panteón de las Tormentas 13, es decir, era un adorador comunal (no iniciado) y el jugador no lo rechazó (aunque no conocía el juego ni Glorantha). Quizás eso fue un error, ya que él siempre declaró que su personaje es ateo y jamás ha usado esta habilidad.
Posteriormente, con el avance del personaje, el jugador quiere aprender magia. Dice que sólo la hechicería atea es compatible con la moral de su personaje y propone que una de las Órdenes de su sociedad secreta esté formada por oscuros hechiceros, lo cual no me parece mal.
Ya veis. No me gusta decirle al personaje ¡no puedes hacer eso! e incluso me gusta la idea del hechicero infiltrado en el Clan, pero veo que se plantean muchos problemas.
Gracias por adelantado y perdón por el rollo,
Antonio
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